Frecuentemente me encuentro con la pregunta “¿cuántas personas son LGBT?” y la respuesta que muchas personas hemos utilizado sin pensar es “somos el 10% de la población.” Sin duda es un estándar internacional que se ha utilizado por muchos años, pero difícilmente ha sido probado. Unos dicen que el porcentaje real es más cercano al 5% y otros se van hasta decir que un 20%. Dependiendo de qué condiciones de sexualidad, género y comportamiento quieran agrupar, lo cual abre por mucho el espectro de la Diversidad Sexual, o lo restringe exclusivamente al imaginario de las relaciones sexuales, físicas o erótico-afectivas entre dos personas.
¿Alguna vez podríamos ser mayoría poblacional? Lo dudo, aún abriendo la definición de “diversidad sexual” lo más amplia posible. Esta entrega no pretende ser un documento científico – estadístico o un análisis poblacional para llegar a la respuesta del “¿cuántos somos?”, pero sí para enunciar las características de aquellas personas a quienes sí podemos considerar y poco a poco, ser un grupo significativamente más cuantioso y representativo ante los ojos del público en general.
Un aliado es una personas que muy probablemente no sea Lesbiana, Gay, Bisexual o Trans, pero que por diferentes razones está abierta a socializar, entender, comprender, apoyar y tratar equitativamente a quienes si lo somos.
Pensemos en la fórmula que la vida misma y sociedad nos ha dado para tener un círculo de personas que consideramos cercanas en nuestra vida cotidiana. Así encontraremos a aquellas personas que idealmente se sumarán a la búsqueda de la total inclusión de las y los LGBT en el trabajo.
Es mi entender entonces que un aliado surge:
Por ser amigo
Son amigos o amigas de alguna persona que les ha tenido la confianza de compartir y hablar cotidianamente sobre su condición de género u orientación sexual. Usualmente son una primera opción de confidencia antes que la misma familia.
Por ser familiar
En primer o segundo grado. Son cercanos a la vivencia cotidiana de una persona fuera del clóset como LGBT y que han sido partícipes o testigos de la evolución en los procesos de aceptación entre las personas que conforman el núcleo familiar.
Por ser testigo
Esa persona que ha tenido una experiencia ciudadana, al ver tanto un trato positivo como quizás uno negativo a una persona visiblemente LGBT. Tanto en su ciudad de origen y residencia, como en una diferente, que como visitante, por trabajo o turismo, haya podido ver las diferencias en el trato cotidiano entre personas, incluso haber presenciado injusticias.
Por impacto mediático
La presencia de personajes LGBT y el manejo de sus estereotipos a nivel de medios, bien o mal manejados, también ha servido para generar una cultura de pseudo-educación alrededor de la diversidad sexual. Ha ayudado a que surjan personas que aceptan y entienden de las diferencias por esta materia.
Por nivel educativo
Esa otra persona, que quizás por situaciones sociales no ha interactuado directamente, de manera personal con alguien que es LGBT, pero por su nivel de estudios, afición literaria o inclusive musical, hace que sean también acepten a las personas diferentes por estas características de vida.
Por vivencia similar
Cualquiera de las anteriores, pero pensando en que el aliado en cuestión surge porque ha tenido una experiencia o relación similar cercana a personas con alguna discapacidad física o mental, aparente o no; por su edad; por diferencias étnicas, o condición socioeconómica, etc. Y tiene la capacidad de hacer el símil de las vivencias personales o de terceros cercanos.
Una característica en común que tienen los y las aliadas es su capacidad de empatía. Sin duda somos seres sociales y el saber que un tema ha afectado a alguien que queremos nos hace estar alertas y buscar proteger o ser protegidos.
Dentro de un espacio laboral, hay que recordar que todas nuestras experiencias personales y familiares siempre están presentes en cualquier toma de decisión. Falta solo abrir el tema y conversar entre nosotros y nosotras para saber quién está dispuesto a sumarse a un tema, puesto que por una mera apariencia no podríamos saberlo. Son nuestras anécdotas sociales y familiares las que muchas veces nos pueden unir en apoyar a cierto grupo o tema.
Cuando un aliado se visibiliza, otro se contagia. Cuando pasamos de las buenas intenciones a las acciones cotidianas. Cuando se arma un plan de trabajo para los aliados, entonces todo comienza a tener sentido.
Cuando se conoce y escucha que hay un grupo de aliados que hablan y trabajan sobre el tema, se genera una zona segura. Entonces aquella persona que no habla abiertamente de su orientación sexual o tiene la libertad de expresar su género, probablemente tome acción al respecto y deje atrás sus miedos. Y eso, hace que todo esto valga la pena.
Inclusión laboral y diversidad sexual
Francisco Robledo
ADIL Diversidad e Inclusión Laboral – Socio Fundador