En México y muchos países de Latinoamérica aún prevalecen valores y principios judeo cristianos en la educación de las personas. Esta educación familiar – social que recibimos a edad temprana en el hogar, con las personas que nos hayan acompañado en los primeros años de vida.
Posteriormente reforzada por sistemas de escolaridad tradicional donde el hablar de sexualidad es prácticamente un tabú. Donde se manejan esquemas de construcción familiar estándar y las expresiones de las mismas que sean diferentes a lo socialmente establecido, son considerados inmorales.
Gran cantidad de los tomadores de decisiones dentro de las instituciones laborales fueron educados bajo estos lineamientos. Estas formas de pensar han prevalecido dentro de las empresas por quizás 20 o 30 años y en apenas los últimos 7 u 8 años cuando mucho se han empezado a trastocar sus fundamentos.
Usualmente los equipos de trabajo se forman entre iguales. Entre pares que identifican entre unos y otras con características que les asemejan generando zonas de confort. Un territorio social – educativo conocido que, de primera instancia, les hace sentir que trabajarán “mejor.” Asemejan una familia, de una genética similar, corte social y académico similares. Reforzando la idea de que iguales contratan a iguales. Y si eres diferente, tienes que asemejarte a esas personas para “pertenecer.”
Este camuflaje social dentro de un espacio laboral ha contribuido a que se generen grandes bloques de conservadurismo, de moldes creados para ser llenados solo por materia prima similar. Grandes empresas se han desarrollado bajo esta premisa y peor aún, han contagiado a la industria de su segmento, bajo la falsa idea que es lo “correcto” y “así es la gente” que trabaja para tal o cual segmento empresarial.
Todo esto traduciéndose en políticas, procedimientos y prácticas de reclutamiento, selección, movimiento interno y acceso al empleo llenas de sesgos, estigmas y discriminación.
Quizás tú que me estás leyendo pienses que esta forma de pensar y trabajar es obsoleta y en decadencia. Que «así ya no se hacen las cosas» dentro de las áreas de recursos humanos de las grandes empresas en nuestro país, y que es falsa esta premisa.
Afortunadamente ya hay grandes ejemplos de avances sociales en el tema dentro de las empresas. Tristemente aún no son la mayoría. Los cambios internos que hay que realizar dentro de las entrañas empresariales son lentos, pesados y requieren mucha sensibilización, contexto y convencimiento.
Claro que si tu lugar de trabajo tiene un corporativo en un país diferente a donde estás ahora que lees estas líneas, sea probable que tengan una visión totalmente diferente de inclusión hacia todo tipo de personas. Pero si es una empresa familiar o creación local, quizás aún no estén a la vanguardia internacional de total inclusión a la diversidad de talento, personas y antecedentes.
Seguimos luchando con el estigma de que una persona contrata a otra igual, o a aquella que le transmite un aire de superioridad o aspiracional.
Pero nos resta puntos, aún en la mayoría de las ocasiones, si claramente nos salimos del estándar social.
¿Estás casado o casada? ¿Tienes hijos? ¿Cuándo piensas formar una familia? Son preguntas cargadas de heteronormatividad en las que, una persona que forma parte de la diversidad sexual, seguramente ha mentido o dado una verdad parcial cuando se ha enfrentado a ellas en un proceso de selección.
¡Qué miedo da pensar que justo esas decidirán si sigues en el proceso o ya no más! ¿Qué estarán pensando de ti? ¿Bajo qué prejuicios personales te estará observando? ¿Tendrá una herramienta 100% objetiva que le permita ver tu talento, capacidad y experiencia?
Hoy día hay teorías comprobadas que demuestran que entre más diverso es un equipo de trabajo, es más probable que los recursos que se utilicen para llegar a una solución, la hagan más eficiente, creativa y efectiva.
Que los espacios laborales que tienen una mezcla de personal que refleje el mundo externo, tendrán mayor conexión con su consumidor, clientes y usuarios.
El valor humano que trae la aceptación e inclusión de la diversidad sexual a la médula de un grupo de trabajo, lo hace más honesto, real y transparente. Si el mundo que te rodea en la vida cotidiana no está representado en tu oficina o espacio laboral, ¿será el lugar ideal para ti? En lugar de aceptar el trabajo que te ofrezcan, ¿podrás ser tú ahora quien decida si quieres trabajar en tal o cual empresa? ¿qué le preguntarás al entrevistador la próxima vez que estés por decidir donde invertirás tu tiempo profesionalmente?
Inclusión laboral y diversidad sexual
Francisco Robledo
ADIL Diversidad e Inclusión Laboral – Socio Fundador