Hoy es primero de junio, el comienzo oficial de las conmemoraciones y festividades alrededor del Mes del Orgullo LGBT+. Desde hace apenas unos tres o cuatro años, es la fecha en la que de manera visible y masiva muchas empresas y marcas utilizan durante este mes su logo en una versión especial con los colores del arcoiris. En un inicio solo lo hacían durante la semana anterior al día internacional del orgullo y cada vez lo hacen durante más tiempo y cada vez son más empresas que lo hacen en sus redes sociales con más notoriedad.
Les van a criticar por hacerlo, sí y mucho.
Les van a criticar aquellas personas que solo ven la superficie y creen que solo nos están tratando de vender productos y servicios. Sí, aquellas personas que no creen que quien consume tiene el poder de decisión. Dicen que solo por ver un «anuncio» en cualquier medio, uno va a consumir a ciegas, qué débil argumento pensar que quienes somos LGBT+ consumimos solo viendo donde está puesto un arcoiris.
Van a recibir críticas de quien dice que no hacen más que cambiar su logo. Sí, aquellas personas que no tienen idea de los procesos de autorización que un corporativo debe de pasar para lograr que un logo corporativo se modifique, se realice una adaptación o nueva versión. Quien critica sin saber que hay empresas que se tardan años en aprobarlo, no solo por el mero hecho del diseño, si no de la trayectoria de congruencia que significa para dar un mensaje potente de inclusión hacia las personas de su fuerza laboral.
Van a ser criticadas por solo hacerlo durante junio. Sí, a quien le molesta que nuestro mes del orgullo ahora tenga reconocimiento mundial, no solo desde lo político, si no lo educativo, social y económico. Critica quien le molesta que sea el «mes de la temporada», pero igual festeja solo en abril a la niñez, solo en mayo a sus madres y solo en septiembre a su nación.
Serán criticadas por activistas sociales. Sí, quienes creen que el protagonismo del cambio social debe de venir desde las urnas, los curules y las organizaciones civiles. Critica quien no se da cuenta del poder de cambio que tienen las empresas en un país, que realizan el trabajo que el gobierno no ha podido realizar, ni a nivel educativo ni a nivel de cultura social. Quienes no saben que hay casi 14 millones de personas en México que trabajan actualmente para corporaciones y corporativos (ENOE, 2020) y que cuando una empresa invierte en educación a su fuerza laboral, tiene la capacidad de impactar al menos a 5 veces más a las personas que conviven con ésta.
Yo les criticaré si no lo hacen con congruencia. Si ese mensaje público no está alineado con sus políticas y procedimientos internos. Pero sobre todo que haya un compromiso de desarrollo de habilidades a todas las personas que trabajan para su empresa. Que sigan siendo cayendo solo en la «comunicacioncitis» y no se esté observando en cómo generar cambios en la vida cotidiana de las personas, pues nadie se vuelve incluyente por decreto. Les criticaré si ese arcoiris solo va pegado a un producto de consumo mera y vulgarmente. Les criticaré si esta inversión en visibilidad externa no se ve reflejada con el triple en la interna y si las personas de alto nivel no se suman a ser agentes de cambio y verdaderos líderes incluyentes.
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